19 años. Solo como la noche. En el descanso del lecho, una voz golpeaba mi cabeza. Oscuridad alrededor. Temblor. Agonía, éxtasis. Terror. Me desdoblé, el interruptor no. ¡Qué vano! Fui un dado a media luz. A mi cuerpo volví. Parálisis. Una luz surgió en mi ventana, la luna jugaba en mi pieza. Ahí estaban. Dos seres grises, color crudo, cuencas vacías observándome, juzgándome. Para ellos era su cobaya. Pude mover mi diestra, uno de ellos me imitó. La luz se hizo más fuerte. Co

Mis brazos rodean tu árbol no percibo latidos tu corazón de ciprés está muerto. Estrellas filudas me acosan no las quiero sin ti. Mi pecho se obstruye, las bahías me cercan, las mareas ascienden. Veo barcos encallados y turbios resplandores. El ataúd de cedro me hace señas crujen los maderos de mi alma. Escrito por: Helena-Herrera-Riquelme #Emociones #Despedida #Tristeza #HelenaHerreraRiquelme

Envuelta y prisionera en el vientre de la naturaleza, casi imperceptible a la mirada humana, se encontraba aquella escalera. ¿En qué momento de la historia había sido olvidada? ¿A qué lugar conducía a quienes subieron por sus olvidados peldaños? Estaba ahí, solitaria. ¿Acaso los hombres que la construyeron en su deambular por este planeta, formando civilizaciones, se extinguieron con el avance del tiempo y dejaron vestigios para el mundo que pisamos hoy? El anhelo de quienes

ANA Febrero de 1820 El tétrico rechinar una vez más me inmovilizó y me puso alerta para identificar aquellas pisadas, durante el último año, mis sentidos se habían agudizado tanto que por sus pasos lograba distinguirlas perfectamente. A esas alturas, calculaba el tiempo correcto para salir, hacerme presente y lograba manipular con experticia, dentro de mis posibilidades, la paciencia de ellas y evitar dejar aquel escondite al descubierto y que poco sentido tenía entonces. Ana

ESTE TEXTO ES RECOMENDADO PARA MAYORES DE 18 AÑOS Sugerimos a los menores leer otros textos del Blog de Aguja Literaria que no cuenten con este mensaje inicial. Hola, Lorelei. Mi nombre es Ana. ¿Quién dijo que no eres bella? Cierto, no lo eres. Eres fea, morbosamente obesa. Nadie te ama, tu gente se va de pies a cabeza. Me llamo Ana, mi niña, tu amiga en salud y enfermedad: no comas esto ni bebas aquello. Así me gusta. Ven conmigo. Pierde peso. Te haré una princesa, mi prin