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EL NUEVO MUNDO Y LA LECTURA


Debo reconocer que mi primera aproximación a la lectura digital, obedeció a una lamentable combinación entre ignorancia e intransigencia.


Sostener un aparato electrónico entre las manos me parecía una especie de atentado a la cultura; de mi boca surgían expresiones como: “El libro en papel se siente cálido en las manos”, “el libro de papel tiene un aroma delicioso que lo hace único”, “resulta impensable reemplazar un libro de papel por un frío aparato electrónico”.


Pero el tiempo, inexorable como siempre, se encargó de horadar aquella dura posición: a mi alrededor, comenzó a aparecer gente con un aparato “de esos” en sus manos: primero en los aviones, luego en los trenes, más tarde en el metro, y por último en los autobuses. De a poco las argumentaciones de “los adictos”, hicieron su trabajo, y terminé de convencerme cuando publiqué mis primeras obras en Internet. Desde entonces ha pasado un buen tiempo, y la experiencia personal me llevó a compartir el desarrollo de este tipo de publicación con mi hija, y luego con otros escritores. Por último, junto a ella, fundamos la agencia “Aguja Literaria”.


En mi último viaje a Europa, por un período de 28 días, llevé conmigo un Kindle. En él cargué lo que me interesaba leer, además de lo que probablemente no alcanzaría, y trabajos rescatados de mi ordenador. Cabe decir que el espacio libre permitía incluir además una biblioteca inmensa.


Debo reconocer que para nada eché de menos la supuesta calidez de los libros, ni ese “magnífico” olor del papel. Por el contrario, llevaba todo lo que me interesaba trasladando un peso mínimo, que me permitía leer sin importar la luz en el ambiente: de noche sin molestar a mi acompañante en un asiento o la cama, a pleno sol sin importar la intensidad de este…


Hoy reflexiono ante mi tremenda ignorancia y me alegro de haberla abandonado en un recodo del camino. Lo más divertido es que hoy sostener un libro de papel en las manos se me hace extremadamente ingrato, y cuando escucho a alguien hacer aquellas poco felices comparaciones entre un libro y un Kindle, me permito dejar salir una risilla, y evito pensar respecto a su ignorancia.


Luego de mi viaje, he vuelto más convencido que nunca de la importancia que Aguja Literaria tiene, tanto en el fomento de la lectura, como en la necesidad de los escritores de contar con métodos innovadores que les permita dar a conocer sus obras.


Esto fue tema de muchas conversaciones, y descubrí que la realidad chilena respecto a la dificultad de publicar para la mayoría de los escritores, no era propia de mi país, sino de muchos otros; no me atrevo a decir de todos, porque carezco del conocimiento suficiente para lanzar tal apreciación, pero sí al menos para los latinoamericanos, por ejemplo Argentina y Colombia… Me he detenido a pensar que Aguja Literaria no debe demorar en abrirse a escritores de dichos países.


¡Bienvenida la tecnología bien utilizada! Y felices quienes han aprendido a usarla en beneficio propio y de quienes les rodean. El mundo de hoy es para vivirlo hoy, y no descansar sobre los algodones de un pasado que se sumerge en la ignorancia.


Escrito por:

Alfredo-Gaete-Briseño


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