ORACIÓN DEL GUARDIA DE SEGURIDAD
Señor Dios,
que me conoces mejor que todos y nadie,
protégeme al salir de mi hogar a mi trabajo;
pon a mi familia y a mí, por favor,
en las manos y bajo la mirada
de San Miguel arcángel y mi ángel custodio;
que mis turnos sean amenos,
que comenzando mis labores
no haya novedades.
Señor Dios,
dice tu palabra:
“Si el Señor no protege la ciudad,
en vano vigilan los centinelas”,
que en relevos, festividades y horas extras,
con luna, sol, lluvia y estrellas,
haz mi lengua presta, mis ojos vista,
mis oídos escucha, mis sentidos alerta.
Por favor, dame valentía, no temeridad;
Prudencia, no cobardía.
Así podré bien trabajar.
Señor Dios,
que no nos das cargas
que no podamos soportar,
hazme, por favor, no caer en tentación
inmoral, ilícita, antiética, ilegal.
Dame fortaleza, carácter e inteligencia,
confianza, intuición y sabiduría.
Que mis superiores, colegas, pares, clientes,
sientan que les infundo profesionalismo, lealtad,
prevención, seguridad, protección, compañía y equipo.
Señor Dios,
“tu palabra, lámpara a mis pies,
lumbrera en mi camino.
Hice un juramento y lo voy a cumplir”,
que mi uniforme muestre orgullo y presencia,
mi caminar sea seguro y templado,
mi linterna disipe las tinieblas,
mi voz, bastón y silbato, disuadan al criminal,
que el Libro de Guardia registre mis pasos
y mis esposas detengan el mal.
Señor Dios,
nunca olvidaré estos aforismos:
la Prevención es la mejor seguridad;
la seguridad, el mejor castigo;
la compañía es la mejor condición;
la protección, la mejor acción.
Intuición ante el riesgo.
Inteligencia frente al incidente.
Fortaleza frente al accidente.
Profesionalismo ante el peligro.
Señor Dios,
que guardas nuestras entradas y salidas,
haz que termine mi jornada
con ninguna novedad;
que antes, durante y después
de ganarme el pan,
en mi hogar, estando yo ahí,
irradie seguridad, valor y confianza,
jamás desconfianza, miedo e inseguridad.
Porque al haber peligro,
todos recurren a Dios y al guardia;
pero, cuando el peligro ha pasado,
o se “peca” de pensamiento, palabra,
obra u omisión, Dios es olvidado,
y el guardia, un número mal juzgado;
cuídame y protégeme, por favor.
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Porque muchos de los mortales,
por más pecadores que sean,
son víctimas del Diablo,
y estarán en contra,
no solo de ti, sino también de mí,
el guardia de seguridad.
“Padre, en tus manos,
encomiendo mi espíritu”.
Amén
Escrito por:
Francisco-Valenzuela
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