Sentí el mundo en mi pecho
Las lágrimas del mundo vertidas en mi pecho
un desahogo oportuno escurre en estas líneas.
La liberación más solitaria y sentida
a la vera de la noche
en la penumbra de mi sentimiento,
cuál flecha me atraviesa
se vuelve código de mi verdad.
De las calamidades del mundo
las lágrimas vertidas al suelo
rebrotan dolores ancestrales
un hueco oriental permanente
olor a desierto y muerte.
Brotan del pecho de la tierra
lamentos africanos, candados y celdas
ideologías y doctrinas
herejías de discordia y sangre vertida al campo.
Los anglosajones del mundo en su trono
su féretro de oro
trascienden en escalada sustentable;
la vera del camino, una América indefensa
puño y lanza
cerebros estratégicos
almas alzadas al infortunio de la vida.
En el inicio la bola de fuego
germinó las mismas aguas que a todos nos bañan
ellas hermanas y contrarias
antagonistas infinitas de las eras;
los hombres en combustiones placenteras
olvidaron en el viento sus propósitos
alzados a sus deseos viscerales
arrancaron de cuajo el loable don del amor
cimentaron la roca de la inequidad.
Quizá un día el mar en su bravío andar
retorne a su cauce y potestad divina
y en su brazo inmutable, salvaje
abra los ojos del sueño profundo
y arrebate a los hijos de Adán
los hijos de la edad del sol
las tierras amarillas de arcilla
la fuente de barro
y la mano que la sostiene.
Con el pecho en la mano
el pulso en trance
el honor de conformar el levantamiento de las eras
confortará nuestro espíritu;
los años carcomen las injusticias
la luz de la verdad
no ha de ser oculta en el tribunal eterno.
La última luz del día
abrazará las esperanzas de otro amanecer
de otra estrella guía
la estrella del alba;
la primera luz del día
un presagio del cambio de la marea
un recuerdo fijado al hipocampo.
Entonces al expirar mi aliento
a la vera de la noche
en la penumbra de mi sentimiento
las letras serán cristal de plata
de peso pluma
volando a lo desconocido
en el viento.
Escrito por:
Séfora Alexandra
Comments