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¿Qué hay de nuevo en Aguja Literaria?

El pasado miércoles
DESTACADA CRÍTICA LITERARIA COLOMBIANA, PARTICIPÓ DE UNA NUEVA CÁTEDRA ABIERTA
21 de junio de 2016

La crítica y académica Margarita Valencia, en una actividad llevada a cabo en la “Posada del Corregidor”, expuso “El Canon y la Industria, ¿quién decide qué leer?”, como tema de debate, en el marco de esta serie de charlas organizadas por la Universidad Diego Portales, en honor al escritor Roberto Bolaño.

Una jornada de reflexión y diálogo abierto, se llevó a cabo el pasado miércoles 15 de Junio, en una nueva Cátedra Abierta en honor a Bolaño, y que en esta oportunidad contó con la presencia de la destacada editora, traductora y crítica literaria colombiana; Margarita Valencia, quien expuso sobre el canon literario y la industria del libro.

En la charla y ante la presencia de docentes, estudiantes y público en general, la académica compartió su experiencia como editora, y sus conocimientos sobre la actualidad de la industria editorial y los nuevos desafíos que implica la era de la literatura digital.

Valencia, se refirió en su alocución al tema de los derechos de reproducción y de autor, señalando: “Tenemos hoy a los editores alegando la existencia de un problema con los derechos de autor, cuando todos sabemos que el problema que tienen los editores tradicionales, está relacionado a los derechos de reproducción”, comentó.

Con respecto al canon, manifestó lo siguiente: “La escuela ha sido la guardiana tradicional del canon, después vino la intervención de la crítica, pero la opinión predominante es la de la escuela. El canon literario es la necesidad de moldear la literatura en una ciencia, en un saber transmisible. La filología helenística clasificó la materia literaria en géneros y en autores, para poder después jerarquizarlos. Esa jerarquía imperó durante siglos, hoy sigue viva con algunas variaciones, y estableció los términos de la discusión de cada generación en torno a la idea de los clásicos y, por tanto, los términos de la formación de los escritores”.

 

Acerca de la piratería, la editora cayó en la siguiente reflexión: “Los autores son como figuras de cartón en la lucha contra la piratería. Nadie dice ‘no los pobrecitos dueños de los know how se van a morir de hambre’, dicen: ‘el autor XX, a quien piratean, se va a morir de hambre’ y todos sabemos que es mentira, sobre todo los autores. Todos estamos en conocimiento de que la piratería es un problema que afecta solamente a la industria, que si se imaginaran nuevas formas de establecer contratos con los impresores, podríamos superar este inconveniente. El horror es que, por supuesto, los editores viven del número de copias vendidas. A los pobres autores los ponen de mampara, para chillar por un problema que la industria tendría que resolver de formas más creativas". Según la expositora, la piratería se combate  entregando al público lector un mayor acceso de adquisición de las obras literarias.

En este sentido, Valencia aclaró que el trabajo de la industria editorial no es vender libros, sino formar lectores: “Cuando amplío el acceso, estoy formando lectores que van a acabar siendo consumidores. Generar consumidores de literatura, es una buena inversión en la industria. Las editoriales y la industria editorial nunca ha entendido o ha dejado de entender que lo suyo es crear lectores, no vender libros”.

Sobre su experiencia en “Valencia Editores”, editorial que se vio obligada al cierre debido a una mala situación económica, Margarita señaló que: “De los errores brutales que tenía de la concepción del negocio, de las bestialidades que todos cometíamos, seguíamos cometiendo y volvíamos a cometer, de las profundas incomprensiones frente a los autores, de las ideas tontas y solemnes que había sobre el libro y sobre la lectura y de cómo eso permeaba el trabajo editorial, logré el aprendizaje sobre lo que no se debía hacer al momento de llevar adelante una industria editorial”.

 

En cuanto a los nuevos actores de la industria, comentó que: “El paso hacia lo digital, que está resultando aparentemente tan traumático para la literatura, fue beneficioso para la investigación y la producción escrita desde la universidad; está pendiente aún el desenlace de la contienda entre los movimientos que abogan por el libre acceso y el monopolio ejercido por las tres grandes empresas que controlan las bases de datos, pero los males que aquejan a la comunidad científica, no están directamente relacionados con el libro. No se puede decir otro tanto de la comunidad literaria”, concluyó.

Luego de la charla, Margarita se dio el tiempo de expresar su opinión sobre su participación en la misma y comentó: “Fue un gusto, encontrarme en un lugar tan agradable y con tan cálido público. Es la segunda vez que doy una cátedra en honor a Bolaño, además de una conferencia realizada hace un par de años. También di un curso en la Portales y siempre me sorprende para bien, el nivel del público que discute, participa, pregunta. Es maravilloso”, señaló.

Cerca del cierre de la actividad, se le  preguntó si la era digital debe necesariamente hacer que los formatos a la industria editorial tradicional sean replanteados. En palabras de Valencia, la respuesta fue la siguiente: “Absolutamente. Para empezar, lo primero que se tuvo que reformular hace años fue la misma industria editorial, y es que lo suyo no podía seguir pegado del papel. Eso ya es un replanteamiento importante”.

Por último, comentó acerca de las nuevas estrategias para incentivar la lectura, afirmando que primero era la escuela quien debía definir qué lectores deseaba formar: “Creo que la escuela tiene que decidir qué tipo de lectores necesita. Las demás conversaciones sobre el incentivo de la lectura son inútiles, mientras la escuela no decida qué clase de lectores tendrá como resultado. Si quiere formar lectores con criterio, independientes, capaces de realizar una lectura crítica. Esa es la gran pregunta que debe plantearse la escuela y es urgente que encuentre una pronta respuesta, una forma de abrirse y convertirse en un espacio de discusión sobre las nuevas formas de literatura y circulación de los textos que se están dando hoy en día. Mientras la escuela no cumpla con esta labor, la formación de lectores suspicaces, con la capacidad suficiente para emitir un juicio coherente sobre lo que leen, es nula”, apuntó, dando por finalizada su exposición.

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