LA VERDAD DESNUDA
Cojo la pluma inexorable
con mano incierta y temblorosa
voy a gritar una verdad odiosa
muy amarga y despreciable.
En este mundo que es mercado
donde las conciencias se negocian
y los placeres y dolores se asocian
no hay mortal que diga ¡yo no he pecado!
Aquí se compran voluntades y honores
se venden honras y espadas
criminales, ladrones, sedientas manadas
ocultos tras las máscaras de hermosos colores.
¡Amigos!... sarcástica palabra
que adoptan los profanos según la situación,
ellos no existen, porque es ilusión
la amistad que "en el corazón" se labra.
Y no son solo los amigos, no...
hasta el parentesco tiene precio
y esto es en nuestro corazón, un golpe recio,
el más grande que conozco yo.
Amigos tenemos por millares
solo porque reconocen de nosotros la fortuna,
pero, si por desgracia no tuviéramos ninguna,
solo amargarían nuestra vida los pesares.
Es un hecho del alma la traición.
Cuántas veces la confianza es la ruina...
y la codicia con ansia felina
nos arrebata una humilde ilusión.
Somos por el mundo bien mirados
si estamos bien y gozamos de poder
mas si nuestra fortuna tiende a caer,
poco a poco, con disimulo, somos abandonados.
No niego que existen nobles almas
y que reine en algunos la virtud,
pero nunca tiene la conciencia su quietud,
porque ha de tener rasgos de fingida calma.
Pluguiese a Dios si aquí miento,
porque a través de la experiencia bien he mirado
y tras él solo he encontrado
¡tristezas, miserias y falso sentimiento!
Aquel que con impulso atrevido
se levanta y grita airado:
¡Señores, yo no he pecado!
¡¡Miente!!, digo yo, que de lo dicho estoy convencido.
Es aquel un pobre desgraciado
que se cree de manchas muy pulido:
¡Mírate bien y saldrás convencido
como yo, de que no he engañado!
Pero hoy, en este mísero mundo
algunos que aún conciencia tienen
mirarse a sí mismos no quieren
por ver a los demás en el abismo profundo.
No quiero de las vergüenzas decir nada;
solo me resta implorar perdón,
delante de Dios, si me he alejado de la razón,
pero del mundo, de los hombres, ¡jamás!
UN LEGADO DE MÁXIMO SCHMIDLIN NOHL
Escrito por:
Máximo-Schmidlin-Nohl