YUNGAY: EL VIEJO YUNGAY
Un lugar con tradición
Conocimos un clásico que, desde hace casi una década, funciona en pleno corazón de Yungay y hace cinco años, en dos hermosos locales que rescatan la noble tradición del bar de barrio, donde se encuentra la gente de los alrededores de todas las edades, entre ellos, músicos, escritores, amantes de las artes y de la buena cerveza.
Son un cuarto para las seis de la tarde y los primeros atisbos del sol primaveral se hacen sentir en la capital, aunque ya en franco descenso. El movimiento en las afueras del metro Quinta Normal es incesante. Es la hora de salida de los trabajadores que cumplen su rutinaria labor, razón por la cual muchos de ellos, en lugar de sumergirse en el subterráneo para abordar la serpiente metálica que los llevará a su hogar, prefieren enfilar por calle Catedral en dirección al oriente. Mal que mal es viernes, y para algunos, una espumante cerveza y una buena conversación, son un premio más que merecido luego de una agotadora semana laboral.
Pero los funcionarios no son los únicos que en este horario comienzan a frecuentar los bares, pubs y restoranes que el mítico barrio Yungay tiene para la entretención bohemia Santiaguina; Yungay es también un lugar de encuentro para amantes de la literatura y escritores, que continuamente visitan los numerosos locales que aquí existen, razón por la cual, la #agujapatiperra se encuentra hoy acá.
Tal como los trabajadores, enfilamos por Catedral hasta la intersección con calle Maipú, ya que nos dieron el dato de que allí podríamos encontrar un local para saciar nuestra sed y pasar un grato momento. Al llegar, giramos hacia la derecha y bajamos dos cuadras hasta la calle Compañía de Jesús para encontrarnos, a mitad de cuadra por Maipú, con un pequeño letrero ajado por el sol que anuncia el nombre del local del cual nos habían hablado: Yungay Viejo, lugar en que, según nuestras fidedignas fuentes, se encuentran escritores y amantes de la lectura, donde además se han realizado algunos talleres, lanzamientos de libros, conciertos y presentaciones de trova. Supimos también, que es frecuentado por el músico y poeta Mauricio Redolés, quizás el personaje insigne de la movida literaria de Yungay y quien pasaría a ser nuestro mayor objetivo durante este recorrido.
En una pequeña entrada nos reciben las ofertas del día y un corredor que parece ser eterno pero que, pasado el encandilamiento, vemos terminar en una puerta de madera; la entrada a Yungay Viejo. Nos dan la bienvenida, como si supieran de nuestra visita, Carmen Paz Figueroa y su hermano Francisco, quienes junto a Claudio Figueroa, el hermano mayor, administran el local. De entrada, nos enteramos de que no es uno, sino dos locales separados por dos calles, y que funcionan bajo el mismo nombre. El más longevo, está ubicado en Calle Libertad, frente a la Plaza del Roto Chileno, mientras que el que nos recibe está emplazado en calle Maipú. Para diferenciarlos, este lleva por nombre “Yungay Viejo Bodega”.
Nos instalamos en una de las mesas y Carmen tiene la deferencia de ponernos en frente unas limonadas con menta y hielo frapé. Al degustarla, apaga todo rastro de sequedad en nuestras gargantas y nos deja en óptimas condiciones para iniciar la conversación.
Luego de elogiar el brebaje y comentar la razón que nos tiene en el lugar, es Carmen quien se anticipa a comentarnos lo siguiente: “Está un tanto desordenado, ya que el día de ayer celebramos nuestro aniversario, con diferentes números artísticos de poesía y música. Además recibimos la visita del gran Mauricio Redolés”. Nuestros ojos se agrandan, por la excitación que nos provoca la noticia; estamos cada vez más cerca de nuestro objetivo.
Su historia
Ambientado en una época distante, se caracteriza por tener una carta especializada en cervezas, entre ellas una gran cantidad son artesanales y de exportación. Cuenta también con variados platos originales, dentro de los cuales destaca la hamburguesa “La Vegetariana” y siete crujientes pizzas. El recinto de Libertad, casi llegando a Santo Domingo, se encuentra emplazado en lo que alguna vez fue el teatro-cine Zigzag, lugar en el que a mediados del siglo pasado se exhibían películas para los vecinos del barrio.
"Llevamos siete años funcionando en el barrio, desde 2009, en calle Libertad y dos menos en calle Maipú”“, señala Francisco. Carmen agrega: “como vecinos del sector, siempre nos llamó la atención lo significativo que fue ese espacio para los antiguos habitantes del barrio, desde ahí su nombre, ya que recuerda al viejo barrio Yungay, muy distinto a lo que es ahora”.
Su relación con el mundo intelectual y bohemio se dio casi con naturalidad, sin proponérselo, y encantados por la atención que brindaba y el ambiente que se generaba, comenzaron a llegar poetas y escritores que frecuentaban el distrito, pero que extrañaban un lugar donde poder realizar sus tertulias, leer poesía y reunirse a arreglar el mundo. “Fueron llegando de a poco, poetas, escritores y amantes de la lectura, en un lugar que desde su existencia ha sido cuna y lugar de acogida para estos intelectuales. Unos más conocidos que otros, buscando un lugar donde poder leer, escribir o simplemente pasar un buen momento, escuchar música mientras bebían o comían algo de calidad”.
De esta manera, comenzaron a ceder el espacio para realizar tertulias, lanzamientos, encuentros y talleres literarios. “De a poco comenzaron a pedirnos el local para realizar recitales de poesía o lanzamientos de libros e incluso, llevar a cabo sus talleres, como en el caso de Redolés, quien en ocasiones trae a los integrantes de su taller y realiza sus jornadas acá poh, en el local de Libertad”, comenta Carmen, administradora del local de calle Maipú.
Esto, por supuesto, comenzó a llamar a otros reconocidos escritores y a otros no tanto, amantes de la literatura y aspirantes a escritores, quienes veían en “Yungay Viejo” una ventana para dar a conocer su carrera literaria. “Acá hemos realizado lanzamientos, talleres y recitales, no solo de poesía, sino que principalmente de música, trova e incluso música clásica. La gente ha visto en Yungay Viejo, más que un espacio para la literatura, para las artes en general, principalmente la música”, comenta Francisco.
A juicio de ambos, todo tiene que ver con la magia que encanta a los habitantes, visitantes chilenos y extranjeros, que llegan a Yungay, una magia que según Carmen se debe a “Lo significativo que es este lugar para el desarrollo de la historia de Santiago y de Chile. El patrimonio que encierra cada uno de los lugares que tú visitas, que en otros tiempos sirvieron a otras necesidades, y es rico jugar con esa parte de la historia que, incluso, los mismos habitantes de Santiago desconocen”.
Pero no se debe hacer vista gorda sobre una realidad amenazadora: el avance y crecimiento de la ciudad ha ido mermando esa característica particular de Yungay, razón por la cual habitantes y locatarios del sector han librado una batalla que afortunadamente ha conseguido frutos, pero no los que ellos quisieran. “Hay movimientos, como la Corporación Cultural Barrio Yungay, Fundación Patrimonio Nuestro y la defensa de los barrios patrimoniales, que han logrado que el avance indiscriminado de la ciudad no haga desaparecer este pedazo de historia que aún conservamos. Otros movimientos que incluyen a intelectuales no solo de Yungay, sino del país entero pero que saben de lo importante que es este sector para el país y que es necesario conservarlo, nos han apoyado, pero aún así no han podido evitar que las inmobiliarias instalen sus edificios acá”, comenta Francisco.
Hoy en día, la idea es que Yungay pueda convivir con el progreso sin que desaparezca su vida de barrio, que encierra más de diecisiete décadas de historia y donde han vivido escritores, científicos y hasta ex presidentes de la república.
Y es que Yungay, fuera de encerrar toda esa magia encantadora, ha sido también la cuna de grandes hombres y mujeres, intelectuales, artistas de distinta índole, políticos y académicos. Entre ellos, se encuentran: el poeta, autor de la canción nacional y Ministro del Interior del Presidente Balmaceda, Eusebio Lillo; el intelectual argentino, presidente de ese país entre los años 1868 y 1874 y Director de la Escuela Normal de Preceptores (también ubicada en el barrio) José Domingo Faustino; el científico polaco, padre de la mineralogía, rector de la Universidad de Chile, geógrafo y naturalista, Ignacio Domeyko. Así mismo residieron en el barrio el Poeta Rubén Darío, que con las lecturas de Baudelaire, Gautier, Daudet y Byron, deambulaba entre los elegantes y tradicionales salones o rincones populares del barrio. Otro residente ilustre, fue la querida Violeta Parra, entre otros insignes personajes, entre ellos, por supuesto, Mauricio Redolés “Tenemos una muy buena relación con Mauricio y de vez en cuando nos visita, ya sea para traer una clase de su taller, o bien para pasar un momento agradable. Yo creo que es el personaje insigne hoy en día del barrio. Todos comentan de él, de su poesía y su música. Lo bueno es que es una persona sencilla, muy fácil de llevar”, comenta Carmen Paz Figueroa.
El sol ya comienza a caer y los arreboles del cielo tornan el cielo carmín. Llegó la hora de continuar nuestro recorrido por el barrio, que también nos ha hecho presos de su encanto. La próxima vez, volveremos en busca del personaje insigne de este lugar.
Escrito por:
Rodrigo-Roche-Flores