top of page

Entérate de concursos, publicaciones en el Blog y más.

Haz click aquí para enviarnos tu texto:

DIVIDIDA



De un tiempo hasta ahora, se me hace más difícil esperarte. Las horas no son más que una lápida asfixiante y mis sentidos somnolientos se escapan a cada segundo, por cada uno de mis poros; me siento atormentada por tu ausencia. El paisaje parece no cambiar tras los cristales y mis ojos abiertos no ven más que tu silueta de humo, que se esfuma si pestañeo, que se escapa si los cierro. Prefiero mantener tu imagen viva y dejo caer mis párpados, los aprieto, como si quisiera encarcelarte tras mis pestañas, cargadas de una culpa inexplicable acompañada de un dolor punzante que se instala al centro de mi pecho: ¿por qué tuviste que marcharte una vez más? ¿Por qué no puedo coserte a mis entrañas, a mi piel?


Tu aroma surca el aire y me acaricia, mis ojos siguen cerrados. Me dejo rodear por tus brazos mientras tus manos me sueltan el pelo, que se derrama cual largo, y tus dedos ávidos me recorren los hombros y la espalda en silencio. Como si después de mucho tiempo despertara por fin de un sueño soporífero, busco con ansias tus labios, hasta hallarlos, y me pierdo en ellos; me elevo y me entrego a esa muerte tan ansiada, a esa muerte que no es muerte; a esas mantas oscuras de terciopelo azul que me asfixian y me aprietan la garganta y el corazón. Entonces muero entre tus brazos, y es una muerte feliz, porque tu alma entrelazada a la mía salió por un momento a pasear por el espacio infinito, en un viaje cósmico y deseado cuyo único pasaje son tus besos. Por unos breves momentos no hay nada más que un profundo y perfecto silencio, que se rompe cuando abro los ojos, y mi corazón vuelve a latir…


Todo sigue como estaba, como antes de traerte hasta mí con un recuerdo, y vuelvo a quedar incompleta entre estas fúnebres paredes, entre las horas y la melancolía ingrata, porque así es todo cuando tú no estás. Las horas no pasan, el tiempo se detiene a verme y ríe mientras observa este pecho hecho jirones donde llora muy bajito, para que nadie pueda oírla, mi pobre alma divida…

Escrito por:

Claudia-Bovary


Entradas destacadas
Entradas recientes
bottom of page