CANCIÓN DE UNA ALGARABÍA
Algarabía era su nombre
cuando en el crepúsculo se dejaba ver
donde las únicas que nos miraban
eran las melodías de nuestros suspiros, que nos dejaban ser.
A Algarabía la perseguía un fantasma
la perseguía en las mañanas y a veces cuando sentía,
cuando sentía descanso ella se mentía
y como en un Jotts ella desaparecía.
Algarabía muchas veces se vestía de aromas
de risas del alma y de rosas
y con su mirada me comunicaba
la plenitud que la envolvía.
Algarabía, tu piel, ¡oh sí! Tu piel,
como una tela de seda, semi desnuda de doble tersura
envuelta en tus profundos lazos
te llevabas el menoscabo de la mía.
Algarabía, eres ruidosa
Algarabía, tú lo despiertas
con tu misiva alegras
la silueta interna de nuestras almas homogéneas.
Algarabía, con tus labios y manos subí
como en el cenit del cielo me sentí
en tu regazo descansé, disfrute y dormí
¡oh! La belleza profunda de Algarabía no toca fin.
Escrito por:
Gustavo-Troncoso