EL NIÑO QUE ENLOQUECIÓ DE AMOR
Niño bello, avecita frágil e inquieta,
que por amor en espinas tu pecho heriste,
que por amor tu presente se quedó sin porvenir,
que por amor el brillo de tus ojos dijo adiós,
que por amor tomaste y cargaste una cruz.
Niño bello, diario desgarrador:
solo él fue tu amigo íntimo
que sabía que una mujer era tu obsesión
obsesión, fuente de tu amor
amor ignorado, no correspondido y despreciado.
Niño bello, rayo de luna;
Angélica se llamaba:
bella, fría y sin candor,
para quien la edad no era un número,
sino un límite del corazón.
Niño bello, déjame acompañarte
en tu delirio, en tu dolor,
¡oh, amante precoz!
Que caíste y te rendiste
ante el poder del amor.
Escrito por:
Francisco-Valenzuela