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Fedra e Hipólito*
Al amado hijo de la amazona por parte de la princesa cretense,
salud le envía quien la carece si no la entregas y devuelves.
Hipólito, amo el semblante de Teseo cuando era joven.
Hipólito, por favor, quítate el velo de tu faz. ¿Tan fea soy?
¿O será que tienes vergüenza y culpa de que te ame?
No es secreto para ti: soy una mujer húmeda ardiendo por dentro.
Mujer para la que, sin la pasión ni la locura, de nada vale vivir;
porque no quiero que esto sea una mala experiencia, sino un grato recuerdo.
Perdona si no te dije “me gustas”, si solo pedí hacer el amor contigo.
Apenas eres un muchacho inmaduro, tonto, prejuicioso, cobarde e imberbe.
En cambio yo soy una mujer joven que, entre margaritas y orquídeas,
tuvo el error fatídico de desde su propio prisma contemplarte.
Hipólito, Hipólito, Hipólito. No me canso de repetir tu nombre.
Para que sepas, pobre misógino, no soy un florero ni un contrato.
Para que sepas, Amor, palabra que no transa, es Libertad, Rebeldía, Felicidad.
Castidad, virginidad y celibato: todo se lo consagraste a Artemisa.
En cambio yo solo tengo hijos y abstinencia, mi diosa es Afrodita y mi linaje
es terrible: desde Pasifae mi madre hasta mi hermana Ariadna.
Tu padre Teseo es el culpable de todo: nos dejó por su amigo Piritoo,
abandonó a mi hermana Ariadna y asesinó a Hipólita tu madre.
Pero no tengo miedo de él: en Trecén me besabas, en Trecén me besarás;
somos para siempre madrastra e hijastro, aunque compartamos silfio y cama.
Sé que bajo tu lenguaje corporal no dejas de pensar en mí. Admítelo.
Escucharé tu declaración y tú aceptarás mis disculpas. No seas cobarde,
o haré una locura. Apúrate, antes de que sea tarde, demasiado tarde.
No me hagas probar miel con ajenjo y asfódelo. Mira mis lágrimas, por favor.
No dejes que la tierra pise y mancille mi cabeza. Mira mis lágrimas, por favor.
Tuya, más allá del Estigia, el Tártaro y los Elíseos:
Fedra
* Poema en prosa, inspirado libremente en la IV epístola de las Heroidas de Ovidio. El presente poema tiene como contexto lo siguiente: después de que Fedra fuera rechazada por Hipólito, ella le escribe una carta donde se nos muestra una mujer que oscila entre el recato y la desfachatez por el hecho de estar enamorada. El personaje de Fedra ha tenido una larga evolución a través de la Historia, pasando primero por ser triste víctima del capricho de Afrodita, para después convertirse en pecadora empedernida, hasta llegar finalmente a ser paradigma de la liberación sexual femenina.
Escrito por:
Francisco Valenzuela
