La Mascarilla
Miradas de agua habitan la ciudad
reflejos de almas irrepetibles
lanzadas a la desdicha y la fortuna.
Miradas altivas de fe, de bandera laboriosa.
Honda convicción.
Agua ligera de entrañas letárgicas
enmudece el rostro
más abraza en hondo respiro el corazón.
Alma librada de pesares.
Un dolor desatado en una lágrima sentida
cuyo rastro delineado al arte
prueba irrefutable de su derrame inminente.
Vertiente de flagelos mudos de años olvidados
apariencia muerta
mas siempre alerta a su desate.
Miradas diversas.
Inexistente necesidad de desenmascarar facciones,
el velo se torna preciso.
La niebla entre el real semblante
y la declaración más genuina del ser.
Caricia tierna sobre los estacionales colores,
bálsamo alegre y prístino en puñeteros días.
Develan con veracidad la esencia misma
la sustancia que nos unifica
nos confina y nos descarna.
Que nos distancia en desdicha como especie
parecen brazos extendidos
capaces de tocar el alma próxima
sin necesidad de una forma material.
Dicotómica brizna
apacible y salvaje.
Escrito por:
Séfora Alexandra
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