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Aguja Literaria

APUNTES SOBRE LA ARAUCANÍA, DESDE TEMUCO


Transcurrido el tiempo, el agitado y confuso panorama que forma parte cotidiana del paisaje social para quienes habitamos en estos sureños lados del país, no ha cambiado, todo lo contrario. Las erráticas políticas públicas no han hecho más que acentuar la problemática que se vive en algunos sectores de esta región, hasta que ahora, sin capacidad crítica, impulso creativo ni ánimo dialogante, se recurre al primitivo argumento de la fuerza, como si hacer chocar las espadas trajera algún resultado algo positivo para la comunidad local. Desde nuestro rancio y contumaz centralismo es muy difícil canalizar fuerzas que refresquen el catálogo de propuestas para abrazar la ansiada paz. Esa misma paz que se exige a gritos y se luce como verde emblema, adherido en los vehículos de varios vecinos de la Araucanía.


Uno de los principales defectos de la autoridad ha sido endosar todo el catastro de situaciones y sus consecuencias a la suerte del desenlace procesal de las investigaciones encabezadas por el Ministerio Público, desconociendo que se trata de un tema que debe abordarse, prioritariamente, desde un ángulo distinto. En las siguientes líneas les dejo un ejemplo del resultado de esta nefasta postura gobernante.


Bajo el silencio que suele reinar en los Tribunales Orales se desarrolló la declaración, en calidad de experto, de un funcionario de Carabineros. Su relato se presentó en el marco del juicio oral en contra de un miembro de una comunidad mapuche acusado de homicidio. La ciudad de Angol fue el escenario de aquella pugna judicial. El agente de policía intentó explicar, sin éxito, los detalles de la vestimenta de un sujeto que difusa y diminutamente se advertía en unas fotografías proyectadas ante la audiencia. Cada persona presente en la sala, incluidos los jueces, frunció el ceño intentando conectar visualmente con una descripción que solo el perito parecía ver. “El sujeto viste con chaqueta roja y jeans”, repetía con insistencia, ante las miradas atónitas del público y el juzgado, pues la verdad es que no se distinguían con la necesaria precisión las prendas de aquel individuo, menos algún mínimo detalle de su rostro. Frente a la posición del declarante, uno de los jueces, incrédulo, le solicitó sarcásticamente que indicara la marca del pantalón. Todos estallaron en risas, incluido el declarante, ante el anuncio inequívoco de un relato forzado y definitivamente poco convincente.


Antes del cierre de la audiencia, tanto el fiscal del caso como el abogado querellante brindaron un triste espectáculo argumentativo, exhortando a los jueces a tomar una decisión condenatoria y exponiendo con vigor que un veredicto contrario implicaba avalar la violencia en la región. Un alegato que tuvo mucho de político y muy poco de jurídico, pues erraron el escenario en que debían alzar aquellas subjetivas razones, en un desesperado vendaval discursivo que parecía sacado del manual de escapismo del Mago Oli.


El caso concluyó, naturalmente, con la absolución de los cargos. Frente a la calidad de esa colección de pruebas, dignas del guión de la saga ochentera Dónde Está el Policía, aquellas disparatadas películas de Leslie Nielsen, coronadas con las posturas inconsistente de los encargados del caso, la resolución no podía ser otra.


El esquema de despistes y tendenciosos movimientos se completó con las declaraciones de un santiaguino senador, quien en un fugaz paso por esta zona y a solo minutos de terminar del juicio, comentaba de forma crítica el desempeño de los jueces y lamentaba el tenor del veredicto. Eso sin haber puesto un solo pie en el tribunal y desconociendo los detalles de la sentencia, que se leería algunos días después. Irresponsable utilización de los medios de comunicación social, por decir lo menos.


Esos son los hechos, verídicos, por cierto, ocurridos hace un par de años.


Todo este tiempo, miles de desvelos, cientos de promesas sin cumplir. La maquinaria estatal está funcionando, pero no a tope. Cada institución del organigrama público intenta cumplir su cometido tan solo para agigantar sus estadísticas o por mezquinos cálculos electorales, con una pequeñez que mira de reojo, ignora o simplemente desconoce la gran tarea que nadie ha querido cumplir: mejorar la calidad de vida de todos los que habitamos en este hermoso rincón del país, sin sesgos ideológicos, divisiones ni exclusiones.


Escrito por:

Gonzalo-Garay


Fuente imagen:

http://www.t13.cl/noticia/nacional/cep-57-mapuche-cree-situacion-araucania-es-peor-hace-10-anos

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